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12 de diciembre 2015

Juramento de París 2015 / COP 21
CIUDADANAS Y CIUDADANOS DEL PUEBLO DE LA TIERRA:

CREEMOS NUESTRO PROPIO PODER!

Nosotros, las ciudadanas y ciudadanos del Pueblo de la Tierra, de todos los países, culturas y tradiciones del mundo, reunidos en París en este momento histórico, testigos del cambio climático y de la degradación de los recursos naturales esenciales para la vida en la Tierra, y de la creciente desigualdad entre los seres humanos, estamos decididos a preservar la capacidad de vivir bien de las generaciones presentes y futuras.

Fuertes de nuestros conocimiento y culturas y de haber movilizado nuestra capacidad de poner en marcha múltiples iniciativas en todo el mundo para comenzar la ruta de la Gran Transición, notamos con preocupación la insuficiencia y la incapacidad del proceso de negociación de las Naciones Unidas, desde 1992 hasta el año 2015, para producir un acuerdo ambicioso, valiente y convincente, que evitaría las consecuencias más destructivas para la humanidad y para nuestro planeta, del cambio climático anunciado desde hace mucho por los científicos, y cuyos efectos destructivos son ahora evidentes.

Es hora de reconocer que el sistema de representación de la ciudadanía sólo a través de los Estados, a través de organizaciones multilaterales constituidas únicamente por Estados, y del poder mundial de una oligarquía financiera sin ninguna legitimidad, es incapaz de preservar y gestionar los bienes comunes sin fronteras de la Terra, como el aire, el agua, el suelo, los bosques, de que depende en gran medida el buen vivir de los pueblos y de todas las demás formas de vida. Tenemos que inventar una nueva esfera de acción política que reconozca las gentes en su diversidad, sino también el Pueblo de la Tierra en su unidad.

Tenemos una necesidad urgente de construir una acción política global a mediano y largo plazos, capaz de tomar en cuenta los intereses de las generaciones futuras. Pensamos que la escala global y el tiempo de un mínimo dos generaciones, e incluso de siete como sabiamente lo hacen los pueblos autóctonos de América del Norte, deben ser tenidos en cuenta en todas las decisiones.

Es el momento de dar un paso más en la capacidad de nuestra familia humana de asegurar su destino compartido iniciando por evitar de se amenazar a si misma mediante la destrucción de su Madre Naturaleza. Este paso es el de un proceso constituyente, teniendo por base la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el reconocimiento pleno de los derechos y las responsabilidades de cada ser humano hacia los demás y a la Naturaleza no sólo como ciudadanos de las naciones y pueblos diferentes, sino también como ciudadanas y ciudadanos de los pueblos de la tierra cuyo destino está estrechamente relacionado con lo de nuestro planeta hermoso y frágil.

Estos derechos ciudadanos planetarios no pueden seguir siendo tomados como rehenes de las formas de organización económica y política actuales, que no logran resistir al poder del sistema oligárquico dominante, y retrasan las medidas que deben tomarse con urgencia para evitar desastres sociales y ecológicos. Comprometémonos, además, con la construcción de un poder ciudadano que se asuma, en forma complementaria a los Estados, la responsabilidad por el futuro de la humanidad en el planeta. Comprometémonos a construir juntos este poder con aquellas y aquellos que, libres de las presiones de la oligarquía mundial, tienen en cuenta la urgencia de la acción y de la construcción de su sustentabilidad en el mediano y largo plazos.

Comprometémonos a buscar todas las formas de organización y expresión del poder ciudadano, apoyando a todas las reuniones internacionales venideras. Comprometémonos a encontrarnos en el Foro Social Mundial temático de Porto Alegre, enero de 2016, en el Encuentro Internacional de la Red Diálogos en Humanidad, en Lyon, julio de 2016, y en el Foro Social Mundial, en Montreal, agosto de 2016 para centrarnos en lo que une a los pueblos en defensa de la Vida y de nuestra humanidad común, y, al mismo tiempo, de construir puentes para un reconocimiento oficial del Poder Ciudadano por las naciones, las Naciones Unidas y sus organismos para evitar la influencia de grupos de presión que están en contra de la continuidad de la aventura humana en la Tierra.

Por lo tanto, comprometémonos juntos a poner en práctica este juramento solemne: de dedicar todas nuestras habilidades, toda nuestra creatividad, nuestra experiencia e nuestros recursos intelectuales, emocionales, artísticos, materiales et inmateriales, a la aceleración inmediata y sin demora de la Gran Transición hacia las energías limpias y renovables, al abandono de los combustibles fósiles y de los patrones destructivos de producción y consumo para los seres humanos y nuestro planeta, a la puesta en práctica en todas partes y en todas las escalas, de nuestras familias, nuestros pueblos y nuestras ciudades, nuestras regiones y naciones, de una nueva economía basada en la igualdad social y la solidaridad, respetuosa de la vida, de la salud, del bienestar humano, así como de la biodiversidad y de los principales equilibrios de los ecosistemas terrestres y submarinos de los que depende la supervivencia de la humanidad.

Hacemos este juramento, dejando París, de no separarnos, ni en el corazón ni en el espíritu; de mantener nuestras conexiones a través de todos los medios de comunicación ciudadana; de reunirnos donde las circunstancias lo requieran; para presionar a todas las instancias de poder, ya sea gobiernos o empresas, corporaciones y entes financieros, sea locales, nacionales y multilaterales, para que asuman sus responsabilidades; de cooperar constantemente entre redes ciudadanas a la aplicación de los objetivos vitales y urgentes mencionados anteriormente; y así fortalecer nuestros lazos de amistad, hermandad, solidaridad y ayuda mutua con el fin de ampliar la red mundial de ciudadanas y ciudadanos de la Tierra, comprometidos de cuerpo y alma con esta misión, actores del surgimiento de una sociedad cívica mundial, portadora de un Nuevo Contrato Social y Ecológico Planetario, garante de este juramento y de este compromiso en nombre nuestro y para la protección de las generaciones venideras.

Cada una e cada uno de los ciudadanos y ciudadanas del Pueblo de la Tierra, a París y en todo el mundo, confirman con su firma esta resolución inquebrantable.

Hecho en París 12 de diciembre 2015

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